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Tú, yo y el Nemeton [cap10]


Título: Tú, yo y el Nemeton
Fandom: Teen Wolf         Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69 
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18          Advertencias: lemon, violencia y todo tipo de parafilias
Capítulos: 13 (10 de 13)
Resumen: AU: las criaturas sobrenaturales son conocidas, pero no están necesariamente integradas en la sociedad. Es todo tan nuevo que las leyes aún no están desarrolladas para ellos y no todas las criaturas son aceptadas entre los humanos.
Con una manada consistente tan solo en su sobrino y él, tras haber vengado el asesinato de su familia por parte de cazadores furtivos, Peter se encuentra con un joven vampiro que trata de mantener en secreto lo que es por el bien de la carrera de su padre, el sheriff. Pero intentar vivir como un humano cuando ya no lo es resulta tarea imposible para Stiles, especialmente cuando el Nemeton se mete de por medio.

Capítulo 10



Noah salió de casa cuando vio por la ventana del salón la grúa llegar arrastrando el jeep de su hijo.
¿Qué demonios ha pasado?—le preguntó a Stiles cuando este bajó de la cabina de la grúa. El coche estaba abollado por todas partes, varias ventanillas y la luna frontal rotas y chorreaba agua.
Am... un accidente—le hizo un gesto indicándole que después se lo contaría.
Esperaron a que la grúa dejara el coche en la entrada. Peter ya le había pagado por adelantado porque Stiles no llevaba suficiente dinero. Al principio se había negado, pero finalmente Stiles le había convencido de ayudarle a sacar el coche del río (no sin recurrir a cierta cantidad de amenazas). Entre los dos no tuvieron dificultades para darle la vuelta y subirlo por la pendiente.
Cuando la grúa se marchó, entraron en casa y Noah se plantó frente a él con los brazos cruzados.
¿Y bien?
Una especie de búho gigante me atacó, me sacó de la carretera y acabé en el río—respondió tranquilamente.
¿Un búho gigante?—Noah frunció el ceño y le miró con ojos entornados.
Chaquirú o algo así se llama. Un búho el doble de mi tamaño, aunque también tenía brazos—explicó gesticulando ampliamente—. Intentó matarme, comerme, tal vez.
Y tú...
Lo maté. Dado que tenía dos garras gigantes metidas en mis entrañas y una tercera a punto de arrancarme la cabeza no tuve otra opción.
A Noah aún le costaba asimilar que algo así no fuera una broma, que no fuera una de las estúpidas excusas que Stiles utilizaba cada vez que se metía en líos. Sin duda lo habría preferido. Le miró de arriba abajo y enseguida se percató de que la ropa que llevaba no era suya (él nunca se compraría una camiseta con cuello de pico tan ridículamente amplio).
No creo que tengamos dinero para reparar el jeep ahora—dijo finalmente porque no sabía qué otra cosa decir.
Lo sé, está bien. Iré en bici al instituto.
Se encogió de hombros y subió las escaleras. Noah le observó hasta que desapareció de vista. Entró en la cocina y se preparó una taza de café. Se preguntó si la ropa que llevaba era de su novio –o lo que fuera–, si le había ayudado después del ataque o si habría tenido algo que ver. Stiles seguía diciendo que no tenía que preocuparse por él, pero Noah no podía evitarlo, después de todo era su hijo, vampiro o no. Y su hijo había sido capaz de matar a una criatura sobrenatural. Quizás no era lo mismo que matar a un humano, pero el hecho de que hubiera sido capaz y de que lo dijera tan tranquilamente significaba algo. Algo que empezaba a preocuparle.
Stiles—le llamó cuando dejó de oír la ducha, sin levantar la voz porque sabía que podía oírle.
Unos minutos después, Stiles bajó a la cocina y se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Era una pose defensiva, indicando que estaba preparado para discutir, pero eso no es lo que él quería.
¿Te encuentras bien?—le preguntó y vio la expresión molesta en su pálido rostro.
Sí, papá, ya te he dicho que estoy bien.
No me refiero solo a físicamente. Han pasado muchas cosas, ha habido muchos cambios y, aun si físicamente no pueden hacerte un daño permanente, quiero saber si estás bien.
Su hijo le miró por un momento, analizando lo que acababa de decir.
Sí, estoy bien, las cosas están mejorando—respondió, asintiendo con la cabeza algo más relajado. Noah levantó las cejas, indicándole silenciosamente que elaborara. Stiles se acercó a la mesa y se sentó frente a él—. Es posible que Scott regrese. En realidad no se marcharon por el trabajo de Melissa, Scott fue mordido por un hombre lobo. Había cazadores furtivos por aquí en aquel momento así que se marcharon por seguridad. Ahora está pensando en unirse a la manada que hay aquí.
No hay manadas en Beacon Hills desde el incendio de los Hale.
Hay un nuevo alfa desde hace poco.
No sabía nada—pero no le sorprendía que su hijo lo supiera.
No tienen obligación de reportarse, ya sabes. Aún se están asentando de todos modos. Con suerte Scott encajará bien con ellos y regresará.
Me alegro, de verdad. Sé que el no tener a Scott ha sido difícil para ti desde que todo esto empezó.
Stiles se encogió de hombros con una triste expresión en su rostro.
Somos hermanos. Incluso si él es un hombre lobo y yo un vampiro, a pesar de todas esas chorradas que salen en las películas sobre rivalidades, siempre será mi hermano.
Noah se alegraba de que eso no hubiera cambiado, le ayudaba a creer que su hijo aún conservaba gran parte de su humanidad. Eso esperaba.




Tienes que hacer todo lo posible para que acepten regresar y hablo en serio. Si haces cualquier cosa para que decidan no volver, no vivirás para ver la próxima luna llena—le advirtió muy seriamente saliendo del coche.
Scott había aceptado un encuentro con Peter, que incluía también a su madre, y ahí estaban, el sábado siguiente por la tarde en una cafetería tranquila a las afueras de la ciudad donde no habría demasiados oídos indiscretos. Peter y Stiles habían llegado con unos minutos de antelación. Peter había pasado por su casa a recogerlo en su coche (un sorprendentemente discreto Ford negro con cristales tintados) ya que su jeep seguía cogiendo moho en el garaje, y Stiles se había pasado todo el trayecto advirtiéndole de que se portara bien.
Te creo. Seré bueno, lo prometo—respondió con una sonrisa burlona.
También tienes que hacer que tu manada sea buena con él. Tendrás que presentarlos y advertirles primero de que lo reciban bien.
Bueno, no creo que pueda hacer mucho respecto a la actitud de Derek. Ya lo has visto, no hace más que vagar taciturno por las sombras y fruncir el ceño. Pero no se opone a que Scott se una.
¿Qué hay de los demás?—entró en la cafetería seguido de Peter y buscó el banco más aislado, sentándose ambos en el mismo lado.
No hay más.
Espera. Cuando dijiste que Derek era tu beta, ¿te referías a que era tu único beta?—preguntó perplejo.
Así es—respondió tranquilamente.
Creo que me empiezo a arrepentir de esto—murmuró sacudiendo la cabeza.
Han pasado solo unos meses desde que obtuve el poder de alfa y ejecuté mi venganza. Comprenderás que no voy a ir por ahí mordiendo a gente al azar solo para formar una manada—ante la mirada acusatoria de Stiles añadió—: estando en plenas facultades mentales, o lo más cerca que puedo estar.
Está bien, ya hablaremos de eso—porque en ese momento Scott entraba con Melissa en la cafetería.
Estaban tensos y, aun si no hubieras podido percibir su olor, el nerviosismo era evidente en ambos, además de una mezcla de enfado y miedo. Cuando Scott vio a Stiles, se relajó un poco, pero al fijarse en el hombre sentado a su lado volvió a ponerse tenso. Se sentaron en el banco frente a ellos, Scott sentándose frente al alfa en el lado de la pared.
Scott y Melissa McCall, Peter Hale—les presentó Stiles con una sonrisa algo forzada por los nervios.
Los McCall tan solo asintieron, fue Peter quien habló.
Es un placer conoceros. Antes que nada quiero disculparme por lo sucedido. Sé perfectamente que transformar a alguien sin consentimiento es inaceptable. No estaba cuerdo en ese momento, no controlaba el poder de alfa y Scott fue una víctima totalmente fortuita. Lamento muchísimo aquello y me siento avergonzado por no haber sido capaz de controlarme a pesar de las circunstancias.
Stiles tenía que esforzarse por no mirarle con la boca abierta. El tipo incluso parecía sincero. Su corazón no había delatado ninguna mentira, pero por algún motivo Stiles no se creía esa actuación. Aunque puede que fuera porque lo conocía, mientras que los McCall se lo estaban creyendo por completo.
La camarera llegó y anotó sus pedidos. Esperaron hasta que regresó poco después con sus bebidas. Stiles echaba de menos sus batidos.
¿Por qué no viniste a buscarme después?—fue lo primero que preguntó Scott.
En ese momento los cazadores furtivos estaban detrás de mí. Cualquier hombre lobo o incluso humano que estuviera a mi lado se habría convertido también en su objetivo. Eran la clase de cazadores que no se lo pensarían dos veces a la hora de matar a un adolescente. Quería esperar a solucionar aquello, pero cuando los cazadores se fueron tú también te habías ido y el vínculo no era lo bastante fuerte como para poder localizarte. Sabía que estabas ahí fuera, pero no tenía manera de saber dónde o siquiera quién eras para empezar a buscarte.
Podríamos denunciarte por haberle mordido sin consentimiento—comentó Melissa sin mucha fuerza.
Podrías y yo lo aceptaría, pero entonces tu hijo no tendría una manada y en poco tiempo se convertiría en una bestia asesina. Y debo decir que, una vez que un omega pierde su parte humana, no puede recuperarla—bueno, había ciertas maneras, Stiles lo sabía, pero estaba dispuesto a obviarlo—. Si me lo permitís, me gustaría pagar por mis errores siendo un alfa adecuado para Scott, enseñándole control y a utilizar todas sus nuevas habilidades, además de ofrecerle el bienestar que todo hombre lobo encuentra en una manada.
Está funcionando, está funcionando, está funcionando, gritaba Stiles por dentro. Podía notarlo en sus rostros, en su olor, en la postura de sus cuerpos. Peter estaba interpretando su papel a la perfección y Stiles apenas podía contenerse para no ponerse a saltar en medio de la cafetería.
¿Cómo puedo saber que Scott estará seguro contigo?—y ahí estaba la preocupación final de Melissa. Si Peter lograba pasar ese obstáculo, estaría hecho.
Nunca haría daño a uno de mis betas, ningún alfa haría algo así. Es igual que infligirse daño a uno mismo. La muerte de un beta, tanto para el alfa como para el resto de la manada, es como si te arrancaran un miembro. He sido capaz de experimentarlo a manos de los cazadores furtivos con mi anterior manada, con mi familia, y es algo que no estoy dispuesto a volver a experimentar.
Y, wow, eso había sido perfecto, justo en la fibra sensible. El último clavo que faltaba y ni siquiera había tenido que recurrir a «Stiles se asegurará de ello». En ese momento quería sentarse a horcajadas sobre él y comenzar a besarle.
Tengo que pensarlo y hablarlo entre nosotros—dijo finalmente Scott.
Por supuesto. Tal vez querrías venir a pasar la luna llena con nosotros la semana que viene. Eso podría ayudarte a decidirte. Lo respetaré tomes la decisión que tomes. Y, aun si decides que no quieres estar en mi manada, puedo ayudarte con algunas técnicas para intentar mantener el control, aunque no serán cien por cien efectivas en tu situación.
Scott asintió con la cabeza y miró a su madre, después a Stiles.
Si quieres venir en la luna llena, podemos correr juntos por la reserva. Yo me aseguraré de que no puedas hacer daño a nadie—se sintió ofendido ante la mirada incrédula de Scott—. Hey, ya te he demostrado que puedo mantenerte en el suelo con una mano, no serás un reto.
Sin hablar mucho más, los McCall se levantaron y se marcharon. Stiles esperó a oír su coche alejarse y cogió a Peter por la muñeca, prácticamente arrastrándolo hasta el coche. Le hizo sentarse tras el volante y se sentó a horcajadas sobre él, cerrando la puerta. Le besó sin esperar un segundo, restregando sus caderas contra él. Peter respondió animadamente, agarrando con fuerza su trasero.
Joder, Peter, has sido un chico tan bueno, has actuado tan bien—jadeó, sus labios acariciando la apenas notable barba de su mejilla mientras sus manos recorrían su pelo ya no tan perfectamente peinado y su cuello—. Quiero que me lleves a tu casa y me folles hasta dejarme inconsciente.
No creo que puedas quedarte inconsciente—replicó con una sonrisa.
Vamos a intentarlo.

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