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El Demonio Castigado y el Íncubo 3 [cap16]


Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 16 (de 19)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.

Capítulo 16

Los cuatro habitantes de la Casa de Té se encontraban corriendo por los angostos y largos pasillos empedrados subterráneos del castillo de Kuroichi Gorou. Su paso era desesperado, deseando llegar a un destino que desconocían. Cientos de puertas que daban a celdas oscuras se sucedían. A través de muchas de ellas se podían escuchar gritos y lamentos agónicos. Aquel lugar que para los humanos y el íncubo resultaba aterrador y simplemente inconcebible, para Hageshii era sumamente familiar. Por esos mismos pasillos había jugado y correteado de pequeño, curioseando por las frías celdas, hablando con sus prisioneros, y alguna vez siendo él mismo el torturador, aprendiendo el oficio de su padre, siempre viéndolo como un juego con sus ojos de niño. Al fin el demonio se paró en seco frente a una de las celdas. En su puerta estaban apostados dos guardias con una par de lanzas que adelantaron cuando el peliblanco se acercó.
—Apartad—ordenó el demonio mirándolos altivo.
—Lo sentimos mucho, joven señor, pero no podemos permitirle el paso—le contestó uno de ellos inclinando levemente la cabeza.
—¡¡Aahhh!!—se escuchó un fuerte grito en el interior de la celda que claramente era de Reitan.
—No tengo tiempo que perder—dejó al íncubo en el suelo y, creando cuchillas de sangre en sus manos, Hageshii cortó las cabezas a ambos guardias y abrió la puerta metálica de una patada.
—Te estaba esperando Hageshii, sabía que vendrías... Sigues siendo tan estúpido como siempre—su padre le miraba de frente, con una gran sonrisa.
—Ha... ge... shii...—su hermano estaba tras él, todo cubierto por sangre, los ojos enrojecidos de llorar y las lágrimas ya secas en su rostro.
—Parece que has liberado tu poder. No pensé que Hades lo permitiría. Se ha vuelto muy blando en este tiempo. Pero tampoco es que importe, aun liberando los poderes de esa zorra jamás podrás vencerme, eres simplemente inútil.
A pesar su provocación, el peliblanco no reaccionó. Comenzó a andar despacio hacia su padre y, sin que ninguno pudiera verlo, con un rápido movimiento se puso frente a su hermano. El hombre que lo estaba torturando intentó golpearle pero Hageshii se puso a su espalda a casi la velocidad de la luz e introdujo una mano en su espalda. Agarró su columna vertebral y la partió por la mitad, dejando ver ambos extremos al sacar la mano. El demonio cayó al suelo, seguía vivo pero incapaz de moverse. Hageshii dejó que unas gotas de su sangre venenosa inundaran la herida para que así no pudiera curarse. Sin que su padre hiciera nada por detenerlo, el joven se acercó a su hermano y le liberó de sus cadenas, cogiéndolo delicadamente en brazos.
—Ha-geshii...—el mayor sonrió aliviado y seguidamente se desmayó.
El demonio lo llevó junto a sus amigos, pasando de largo a su padre, quien hasta el momento no había movido un solo músculo.
—Llevadle de vuelta a casa, regresad todos—les dijo con una voz suave, entregando a su hermano al moreno.
—Hagii-
—Regresad todos, esto es muy peligroso—acarició tiernamente el rostro de Konome y forzó una sonrisa para él.
—¿Crees que os voy a dejar marchar así como así? Reitan pertenece a este mundo, será mi próximo heredero—les dijo Gorou, riendo guturalmente.
—No voy a permitir que mi hermano sufra más—contestó calmadamente Hageshii, encarando a su padre. Su calmado comportamiento estaba impresionando mucho a todos, jamás lo habían visto de ese modo, daba aún más miedo que cuando se volvía loco de furia—. Haremos un trato. Me enfrentaré a ti y si yo pierdo podrás hacer lo que desees, conmigo y con mi hermano.
—¡Kuroichi no! ¡Es una locura!—¿Cómo podía pensar que era capaz de vencer al quinto hijo del Diablo aun siendo su descendiente?
—¿Y si ganas?—las palabras de Katsuragi habían sido ignoradas por ambos.
—Si tú eres derrotado, el abuelo te desheredará, por lo que ni Reitan ni yo tendremos más obligaciones como nietos del Diablo. Seremos completamente libres y haremos con nuestras vidas lo que deseemos—alzó la cabeza y miró con unos ojos ardientes a su padre, retándole.
—¡Hageshii no seas estúpido! ¡Detén esto!—gritó Takashi temiendo porque fallara y así no poder ver nunca más al demonio que tenía en brazos.
—¡¡Hagii hazlo!!—gritó por el contrario el íncubo.
—¡Cállate! ¡No le animes a cometer algo peor que el suicidio!—le dijo Katsuragi intentando tapar su boca.
—¡Hagii puede hacerlo! ¡Yo confío en él!—al escuchar esas palabras de su pequeño amante, el demonio sonrió y adelantó la mano para estrecharla con la de su padre.
—Trato hecho—dijeron ambos a la vez.
Sin separar las manos, los dos demonios desaparecieron de aquella celda, dejando a los cuatro jóvenes solos.
—¡Argh! Ya no podemos hacer nada, regresemos a casa. Este lugar es muy peligroso—suspiró resignado el ojiverde.
—Hageshii... ¿en verdad podrá hacerlo?—preguntó Takashi observando el hermoso rostro ahora ensangrentado de Reitan.
—¡Takashi! ¡Hagii no nos fallará!—Konome parecía tener verdadera confianza, sabía con total seguridad que su amado demonio volvería a su lado y podrían estar juntos.
El pequeño abrió un portal de nuevo a la Casa de Té y esta vez aparecieron en ella sin percances.
—Takashi, date prisa y cura a Reitan, no creo que muera por esas heridas pero será mejor que cuando regrese Hageshii lo encuentre en buenas condiciones—le dijo el ojiverde sacando el botiquín que ahora siempre tenía a mano.
—¿Por qué no lo curas tú? A mí no se me da bien—tenía miedo de hacerle aún más daño.
—¿Tengo que recordarte que su sangre es venenosa? Por suerte o desgracia, tú estás inmunizado contra ella así que no te pasará nada—explicó mientras lo apuraba a subir las escaleras.
—¿Uh? ¿Entonces cómo es que sus agujas me afectaban cuando me las introducía? Escocían mucho...—sintió un escalofrío al recordar el dolor cuando el demonio le había torturado al haber sido descubierto por su hermano.
—Eso debe ser porque puede cambiar la composición de su veneno, por eso podías sentir dolor pero no morías. Ale, ale, date prisa—lo metió en su cuarto, dejando el botiquín a un lado, y cerró la puerta dejándoles solos.
—Mmm... quiero ver a Reitan...—gemía el pequeño siendo sujetado por el mayor.
—Déjales solos, necesitan intimidad—le cogió de la mano y bajaron a la Casa de Té.
—¿Intimidad? ¿Huh?—por la inocencia que sorprendentemente tenía, Konome no entendía de lo que el ojiverde estaba hablando.
—Digamos que ellos son lo mismo que Kuroichi y tú ¿entiendes eso?
—Sí... —¿iban a hacer lo mismo que hacían ellos dos? ¿Estando Reitan tan herido?


Dos de los demonios más poderosos del Infierno estaban en pie uno frente al otro, sobre la negra tierra del desierto de Shellen, el más grande de todo el Infierno, más conocido por la matanza de Kurai Daichi, acontecida en él hacía ya más de doscientos años. La sangre de miles de demonios había sido derramada en él y oscurecido la antes blanca arena. Recuerdos de un doloroso pasado quisieron cruzar la mente del demonio de cabellos blancos, pero en ese momento solo había un pensamiento posible “Voy a matarlo”. Ese deseo había rondado su mente durante casi toda su vida y ahora lo estaba abrumando tanto que cualquier otro pensamiento era simplemente ignorado.
El viento sopló con furia durante unos segundos y después paró por completo, haciéndoles sentir que se quedaban sin aire. Un silencio de ultratumba fue seguido por el retumbar del cielo, las nubes chocaron entre sí resplandeciendo de azul, iluminando los rostros completamente serios de ambos demonios. Como si aquel lugar supiera lo que iba a acontecer en unos momentos. Y era su aura, la que comenzaron a desprender y no podían reprimir, la que alteraba cada molécula de Shellen. El primer rayo que cayó en la lejanía fue la señal para que el combate comenzara.
Dos destellos rojos y un leve sonido algo metálico. Ambos demonios habían lanzado una aguja de sangre y estas habían chocado en mitad del camino. Hageshii comenzó a correr hacia su padre, tras unos pasos saltó varios metros y desde allí lanzó una tanda de cincuenta agujas en dirección al demonio, de las cuales ninguna dio en el blanco. En cuanto tocó tierra vio desaparecer a su padre y pudo sentirlo a su espalda pero no tuvo tiempo de reaccionar y una aguja venenosa se clavó en su brazo derecho antes de que pudiera apartarse de él. Sin dudarlo un solo segundo Hageshii se arrancó el brazo, evitando así que el veneno se extendiera por todo su cuerpo.
—¿Crees en serio que puedes vencerme con los poderes que has heredado de mí?—le dijo Gorou con una perversa sonrisa.
Hageshii no contestó, ignoraba todo lo que decía. El profundo dolor de su brazo, que en otro momento le habría resultado insoportable, ahora no era más que un leve rumor en la lejanía. Sabía que su veneno no funcionaría con aquel hombre que controlaba ese mismo poder cien veces mejor que él, por lo que la única opción que le quedaba era el poder heredado de su madre, el cual por desgracia aún no se había desarrollado apenas. Sin poder estirar sus cabellos como solía hacer, se arrancó uno procurando que el otro demonio no lo viera y se lanzó hacia él, con el puño alzado como si quisiera golpear su rostro. Una décima de segundo antes de que eso sucediera Gorou desapareció y sin percatarse de lo sucedido en apenas lo que dura un latido, Hageshii se vio inmovilizado por el demonio tras él, que apretaba firmemente su muñeca, cada vez más fuerte hasta que tuvo que abrir la mano y dejar caer el fino y blanco cabello.
—¿En serio crees que puedes engañarme de ese modo? ¿Cuántos años crees que tengo? Niñato ignorante—rió el demonio sin soltarle.
El aumento de la fuerza de su agarre continuó hasta que se oyeron crujir sus huesos, la piel y los músculos se desgarraron y la mano acabó cayendo al suelo. Hageshii pudo apartarse en ese momento y se alejó casi cien metros del demonio, que no paraba de reír a carcajadas.
Se había acabado, ya no podía hacer nada más. Sin ninguna de sus manos sin que su veneno funcionara y sin que sus cabellos pudieran moverse por sí solos, era incapaz de hacer nada. En aquel instante se sintió extremadamente diminuto ante su padre, como un humano ante un Dios. Deseaba matarle, era lo único que anhelaba y en lo único en lo que podía pensar en aquel momento, y la frustración por no poder hacerlo comenzó a apoderarse de todo su ser. Lágrimas de impotencia se desbordaron por sus mejillas sin cesar, su cuerpo comenzó a temblar y sus rodillas colapsaron, haciéndole caer al suelo sin poder levantarse.
—¿Eso era todo? ¿Ya no puedes hacer nada más? Te había sobrestimado. Tu abuelo y yo creíamos que tenías un gran potencial en tu interior, pero al parecer eres simplemente un inútil—se acercó a él y le agarró por el cuello, levantándolo del suelo—. Ya no hay razón para que sigas con vida.


Continuará...

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