NO DOY PERMISO para publicar ninguno de mis fanfics en ninguna plataforma.

El Demonio Castigado y el Íncubo 3 [cap15]


Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 15 (de 19)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.



Capítulo 15

—Padre... se lo- ruego... perdóneme...—las lágrimas se derramaban imparables por el rostro de Reitan.
Sus muñecas y tobillos estaban encadenados a la fría piedra por cadenas con pinchos que desgarraban su carne cada vez que se movía. Rastros de latigazos, quemaduras, cortes y otras heridas inidentificables cubrían todo su cuerpo, de cuya blanca piel no había ni rastro, ahora manchada por su roja sangre.
—Me temo que aún no has aprendido la lección. El castigo seguirá hasta que yo lo decida y no te servirá de nada suplicar—su padre no había dejado de observar toda la escena sin inmutarse, sin que le importara para nada el gran dolor que estaba sufriendo.
Su verdugo era la mano derecha de su padre, ningún otro podría ejecutar un castigo sobre el futuro heredero de Gorou. Un hombre que muchas veces le había cuidado de pequeño, al que consideraba casi como a otro padre y que ahora le atormentaba sin piedad alguna y disfrutaba con ello.
—Hageshii... ayúdame... Hageshii...—el nombre de su hermano era lo único que no había dejado de repetir desde que su tortura había comenzado en uno de los rincones del castillo de su padre, y lo siguió repitiendo una y otra vez.


Una espada formada por sangre atravesó el cuerpo de un ángel, dividiéndolo en dos por la cintura. Hageshii ya había perdido la cuenta de cuántos llevaba, pero no dejaban de aparecer para suerte suya. Su cuerpo apenas había sido rasguñado por alguna de las garras de las gárgolas cuando les cortaba con su espada. No sentía remordimiento alguno al matar a aquellas criaturas de tan horrible aspecto, todas prácticamente iguales. Sentía correr por sus venas la sangre de sus ancestros que cientos de veces en el pasado habían luchado en encarnizadas guerras contra los habitantes de aquel mundo que, equivocadamente, lo humanos habían llamado Paraíso. Se preguntaba si todos los ángeles de aquel lugar eran tan débiles como a los que se enfrentaba. Si era así, no entendía porqué esa raza tan inferior a los demonios seguía existiendo.
De pronto sintió una fuerte punzada en su pecho, alguien lo llamaba, alguien estaba sufriendo. Sabía que algo le estaba pasando a su hermano. Sintió una conexión con él como nunca lo había hecho.
—¿Ya has acabado?—preguntó Hades al ver regresar al demonio.
El Dios se había quedado esperando en el mismo lugar en el que habían aparecido mientras Hageshii iba a matar ángeles para “estimular” sus poderes. Lo mejor era que no les vieran juntos para que no comenzara un conflicto entre el rey del Paraíso y Hades.
—Sí, vámonos—le dijo el ahora peliblanco, acercándose a él.
—Tus cabellos no han crecido mucho, tienen que estar en el mismo tamaño que antes—Hades enredó sus dedos en la brillante melena que ahora tenía el demonio que ni tan siquiera llegaba a sus hombros.
—Hay algo mal, siento un dolor en mi pecho. Tengo que regresar—le dijo apartando su mano.
—Eso debe ser por estar tanto tiempo en este mundo, pero aún puedes resistirlo un poco más.
—¡No! Algo malo está pasando, puedo sentirlo. Quiero regresar—exigió el joven mirándole serio.
—Pero si te enfrentas ahora a tu padre apenas podrás usar estos poderes, estarán tan limitados como antes—sabía que dijera lo que dijera no cambiaría de opinión.
—Quiero regresar—no gritó, sin embargo su voz era tajante.
Con un movimiento de su mano, Hades abrió el portal por el que tiempo antes habían entrado. Hageshii se abalanzó hacia él pero el Dios lo detuvo.
—Escucha Hageshii, si te marchas ahora no tendrás más oportunidad de despertar tu poder. En cuanto salgas de aquí vas a ir directo a destruir a tu padre y no creo que con el poder que tienes actualmente lo consigas—le dijo sujetándole por un brazo.
—¿Cómo sabes que me pondré a luchar con mi padre? Tú sabes lo que está pasando allí, ¿cierto? Para algo eres un Dios. ¿Me equivoco?—inquirió el demonio mirándole fijamente.
—Te lo voy a explicar, pero tómatelo con calma o cometerás un error que te puede costar la vida—no sabía cuál iba a ser la reacción del peliblanco aunque se la podía imaginar—. Tu padre ha encontrado a tu hermano en el lugar donde os estabais quedando y ahora lo está torturando en su castillo. Pero tu hermano puede aguantar un poco más en lo que tú recuperas tus poderes... ¡Hageshii!
Después de que hubiera dicho la palabra tortura, el demonio no había escuchado nada más. Corrió hacia el portal y lo traspasó, comenzando a subir las escaleras que llevaban al castillo, seguido por el Dios.
—¡Hageshii espera! ¡No puedes hacerlo! ¡Todavía no puedes vencerlo!—gritaba Hades intentando hacerle entrar en razón.
—Llévame al Infierno—exigió el demonio viendo que no podía crear un círculo de transporte con sus cabellos.
—¡No voy a hacerlo! Es un suicid- —el demonio cogió su cuello entre las manos, apretando poco a poco más fuerte.
—Llévame al Infierno o tú serás el primero al que destruya—sus ojos ardían y Hades pudo ver en ellos un recuerdo lejano y las llamas del fuego del Infierno.
—Está bien—fue en ese momento cuando de verdad creyó que podía conseguirlo.


—¿Shinohara qué estás haciendo?—preguntó Katsuragi mirando cómo el moreno preparaba todo un arsenal de sus armas.
—¿Tú qué crees? Voy a rescatar a Reitan—contestó el exorcista concentrado en lo que hacía.
—¡¿Te has vuelto loco?! ¡Si vas allí te matarán! ¡No tienes ninguna oportunidad contra los demonios y mucho menos contra Gorou!—gritó el ojiverde atónito por la estupidez de su amigo.
—En estos momentos tengo dos opciones. Una es ir e intentar rescatar a Reitan aun a riesgo de que los demonios de allá me maten. La otra es quedarme aquí y esperar a que Hageshii me mate. Y sinceramente, prefiero cualquier cosa a morir en manos de Hageshii. ¿Imaginas la tortura a la que me someterá? Además, no pienso quedarme de brazos cruzados mientras vete tú a saber lo que le están haciendo a Reitan—contestó sin dejar de reunir armas.
—Entonces es cierto que estás enamorado de él... Ah... Que se le va a hacer. Pero yo no pienso acompañarte, no soy un suicida—se resignó Katsuragi.
—¡¡Yo sí!!—exclamó Konome alzando la mano.
—¡Ni hablar! ¡¿Tú sabes lo que nos haría Kuroichi si algo te pasara?!—gritó el ojiverde sintiéndose muy abrumado por la tontería de ambos.
—Reitan es muy importante para Hagii y si algo le pasara seguro que también se pone muy triste y yo no quiero que eso pase. Estoy seguro de que Hagii irá pronto así que yo ayudaré hasta que llegue. Además, ¿cómo piensas ir sin mi ayuda? Te recuerdo que soy el único demonio aquí, por lo tanto el único que puede abrir un portal al Infierno. Y no lo haré si Takashi no me lleva con él—dijo tajante el íncubo, y por su cabezonería, tanto Takashi como Katsuragi sabían que no se iba a echar atrás.


En el cielo del Infierno se abrió un portal por el que cayeron tres personas varios metros, una encima de la otra.
—Oye... ¿podríais quitaros de encima? Pesáis mucho...—gruñó Takashi aplastado.
—Gracias Shinohara, me has servido de colchoneta—le dijo Katsuragi con una aterradora sonrisa—. ¡¿Pero por qué demonios me habéis arrastrado a este lugar?!
—Tú eres el más inteligente de los tres, seguro que nos sirves de ayuda—le contestó mientras se llevaba un capón.
—No sé cómo te voy a servir de ayuda rodeados de demonios—como bien había dicho, a su alrededor comenzaron a aparecer demonios que parecían sedientos de sangre.
—¡Heh! ¡Mira lo que tenemos aquí!—uno de los demonios se adelantó del resto. De su boca caían hilos de saliva que más bien parecían ríos.
—Shinohara...
—No te preocupes, yo me encargo de él—el exorcista se preparó para la lucha.
—¡Espera tío! ¡Mira a ese mocoso!—le dijo otro de los demonios al que se había adelantado.
—¿Qué pasa? ¿Qué tiene ese mocoso?—estaba molesto porque lo interrumpiera.
—Lo recuerdo de cuando estuve en el Inframundo. Ese mocoso es el amante de Kuroichi Hageshii—le dijo observando a Konome.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás de broma?!—El demonio miró sorprendido al pequeño y se arrodilló ante los tres agachando la cabeza—. ¡Perdonad mi insolencia! ¡Haremos lo que deseen! ¡¡Perdónennos!!
Todos los demonios se arrodillaron ante ellos, haciéndose un súbito silencio a su alrededor.
—Um... Takashi...—Konome no entendía por qué de pronto había pasado aquello y por qué todos los demonios le estaban mirando tan curiosos.
—¡Muy bien! Ahora que ya sabéis quienes somos, quiero que nos levéis al lugar donde se encuentre el hermano de Kuroichi Hageshii—dijo Takashi como si él fuera el hombre más importante del mundo.
Se le da bien actuar, pensaron a la vez el ojiverde y el íncubo.
—¡¡SÍ SEÑOR!!—contestaron todos los demonios al unísono.
Tres demonios se acercaron a los jóvenes y se pusieron arrodillados de espaldas a ellos, indicándoles que subieran. El grupo de Takashi, escoltados por los demonios, comenzó a dirigirse hacia un castillo en la lejanía, cuya silueta se podía ver recortada contra el cielo anaranjado.


De nuevo en aquel lugar. Desde la última vez que había marchado de allí, hubo deseado no volver nunca jamás. Pero estaba claro que sus deseos no estaban destinados a cumplirse. Hades había abierto un portal al Infierno y le había dicho que debía hacerlo solo, ya que no era muy conveniente que el Diablo se enterara de que había pisado su territorio. Las razones de la disputa entre el Diablo y el Dios eran totalmente desconocidas para el demonio, pero no era de extrañar ya que pocas veces había cogido un libro y menos de historia. Hageshii observó en foso de lava que rodeaba el castillo, de cien metros de anchura, y frente a él la puerta principal del castillo donde tanto tiempo había vivido y donde tanto había sufrido.
—Hagii... Hagii... ¡Hagii!—los gritos de Konome volando hacia él lo sacaron de su embelesamiento.
—Ko-¿Konome? ¡¿Qué demonios estáis haciendo aquí?!—gritó al verlos llegar montados sobre demonios.
—Em... bueno... verás... —Takashi no esperaba que al primero que se encontrara fuera al pelirrojo cuyos cabellos ahora eran completamente blancos y los miraba fijamente.
—Lo que Shinohara quiere decir es que ha venido para rescatar a tu hermano, al cual tu padre lo trajo de vuelta. Y por supuesto Konome tenía que venir, ya que él es el único que puede viajar al Infierno por ser demonio—le explicó Katsuragi.
—Quieres decir que Takashi ha arrastrado a Konome a una muerte segura solo por su estupidez—el demonio intentaba mantener la calma y controlarse para no lanzar al exorcista a la lava.
—Esto... Sé que por eso me vas a matar pero... ¿puedes esperar a que rescatemos a Reitan?—le pidió el moreno temblando de miedo.
—¡Urgh!—Hageshii tenía demasiadas cosas en la cabeza y era incapaz de centrarse en una—. Está bien, ya me encargaré de eso luego. Lo primero, Konome regresa a la Tierra con Katsuragi.
—¡No!—la respuesta del pequeño fue rápida y rotunda.
—No voy a dejar que los demonios de aquí te hagan daño, no puedo estar concentrado en defenderte a ti y a mi hermano y además enfrentarme a mi padre—mientras decía esto, el íncubo se acercaba a él y se agarró a su cintura, mirándole fijamente.
—¡Yo voy! ¡No voy a dejar solo a Hagii!—sentenció dando un salto para besarle.
—... Está... bien... —se resignó el mayor, rodeándolo con sus brazos.
—Entonces vamos, tenemos que darnos prisa en salvar a tu hermano—apremió Katsuragi acercándose al foso.
—Un momento...—el líder de los demonios que habían llevado a los jóvenes se adelantó—. Hemos estado escuchando su conversación señor Kuroichi... ¿Va a enfrentarse a su padre?
—Así es, y no os aconsejo que os entrometáis porque acabaré con todos vosotros sin dudarlo—con su advertencia los demonios solo pudieron retroceder.
—¿Cómo vamos a cruzar esto?—preguntó Takashi observando la lava mientras los demonios se alejaban de ellos.
Hageshii cogió al íncubo en brazos y caminó hacia el borde del foso y no paró. La lava que pisaban sus pies se volvía solida, formando un pequeño camino hasta la “isla” donde se encontraba el castillo. Katsuragi y Takashi lo fueron siguiendo, con cuidado de no caer porque si lo hacían no habría segunda oportunidad. Cuando estuvieron frente a la puerta, Takashi iba a preguntar cómo pasarían, sabiendo que había una barrera protectora, pero de pronto la puerta se abrió de par en par con un gran estruendo. Los tres pudieron notar el aura de Hageshii aumentar, estaba enfureciéndose cada vez más, estaba muy ansioso por encontrar a su hermano.
—Bienvenido, joven señor—un demonio con aspecto de sirviente se inclinó ante el peliblanco.
—¿Dónde están mi hermano y mi padre?—preguntó sin andarse con rodeos.
—Lo siento mucho pero no puedo decírselo—contestó el demonio con otra inclinación.
—En ese caso aparta de mi camino—Hageshii pasó al lado del sirviente y comenzó a caminar por los pasillos del castillo.
—¡Oye! Espera Kuroichi, ¿sabes donde están?—le preguntó el ojiverde intentando seguir su paso.
—Probablemente en las mazmorras, debe de estar castigándole—su paso era tan rápido que hasta al exorcista le costaba seguirle.
—Hagii... tu pelo...—Konome, que seguía en sus brazos, enredaba sus dedos en los blancos cabellos, dejando que acariciaran su rostro.
—Ya te lo explicaré...

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario