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El Demonio Castigado y el Íncubo 3 [cap6]


Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 6 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.


Capítulo 6

—Así que tú eres el amante del hermano de Hageshii...—Takashi le miraba fijamente intentando encontrar algo especial para que un poderoso demonio se fijara en él.
—Sí... así es...
—¿Cuánto tiempo lleváis juntos?—preguntó Katsuragi.
—¿Cuánto sabes de él?—preguntó Takashi de nuevo, antes de que pudiera responder.
—¿Es muy fuerte? ¿Qué poderes tiene?
—¿Qué tal es en la cama? ¿Folla bien?
Ambos estaban abrumándole a preguntas que ni tan siquiera le dejaban responder. Por las escaleras bajó el íncubo y poco después los dos demonios. Cuando Carlo les vio se sintió muy aliviado.
—¿Chicos, que le estáis haciendo al invitado? Está muy agobiado, no le metáis miedo—le dijo Hageshii sentándose en un taburete junto a Reitan.
—¿Nosotros? Pero si lo estamos tratando muy bien, ¿verdad que sí?—rió Takashi, dándole unas palmadas en la espalda, tal vez demasiado fuertes.
—Hageshii ¿estos tipos son de fiar?—le preguntó su hermano observando a ambos.
—No te preocupes, si molestan simplemente mátalos—dijo como si nada.
—¡¡OYE!!—gritaron ambos a la vez pero una tajante mirada del pelirrojo les hizo callar.
Los dos estaban en la cuerda floja, especialmente Katsuragi, y lo mejor era no enfadar a Hageshii.
—Katsuragi, prepáranos algo de comida—le ordenó el pelirrojo.
—De acuerdo, os pondré uno de mis mejores platos—estar cerca de aquellos dos demonios tan poderosos comenzaba a ponerle nervioso.
—Así que tú eres su famoso hermanito, el que nunca había cometido ningún error...—dijo Takashi acercándose a él, mirándole fijamente.
—Como se te ocurra tocarle un solo pelo te la corto—le advirtió Hageshii mirando de reojo cómo acercaba su mano al rostro de su hermano.
—¿Por qué dices eso? Yo solo tenía curiosidad, nada más—pero por si acaso se apartó del mayor, no fuera a cumplir su amenaza.
—No hace falta que me sobreprotejas. Puedo defenderme perfectamente de un tipo como este—contestó ignorando por completo al exorcista.
—Tú no sabes lo pervertido que puede llegar a ser este tipejo y por desgracia es bastante persuasivo. No pienso dejar que te ponga las manos encima—le dijo rodeando su espalda con un brazo y acercándolo a sí mismo.
—Umm...—Konome gruñó levemente, no sabía muy bien lo que sentía al ver de ese modo a su amante y a ese otro hombre (aunque fuera su hermano).
Hageshii se volvió hacia él, sonrió y le tendió una mano. El íncubo, algo dubitativo, se acerco a él y dejó que el demonio le cogiera en brazos y lo pusiera sobre sus rodillas. Hageshii acarició sus orejas y el pequeño apoyó la cabeza en su pecho, mirando receloso al otro demonio.
—Parece que tu pequeño tiene celos de mí—observó el mayor riendo.
—¿Oh, es eso cierto? Dime chiquito, ¿estás celoso de Reitan?—el pelinegro solo respondió con otro gruñido abrazándose más fuerte a su amante.
—Ya veo, ¿así que ese es tu nuevo interruptor?—murmuró Reitan acariciándose los cabellos.
—¿Interruptor? ¿De qué hablas?—preguntó curioso Takashi.
—Hageshii siempre ha tenido un interruptor, algo o alguien que le frena automáticamente en cuanto lo toca o lo mira, pero que también le puede hacer saltar si le hacen algo—comenzó a explicar el demonio—. Cuando era un bebé enseguida se callaba cuando le daban a Bibo, un peluche que adoraba. Más tarde, cuando creció un poco, el chocolate se convirtió en su interruptor, por muy enfadado que estuviera siempre se calmaba cuando le daban una tableta de chocolate.
—Reitan, ¿te importaría dejar de contar mi pasado sin pedirme permiso?—le dijo Hageshii mirándole de refilón.
—Ni que fuera para tanto—hizo unos movimientos con las manos quitándole importancia y siguió con su charla—. ¡Era tan lindo cuando era pequeño! Cuando apenas levantaba un palmo del suelo ya se enfadaba e intentaba pelear, no imagináis lo mono que se veía.
—Mira quién habla, la princesita chivata—rió el pelirrojo.
—¡¿Princesita chivata?! ¡¿De dónde has sacado eso?!—gritó exaltado.
—¿Es que no te acuerdas? Todos en la escuela te llamaban princesita, siempre has parecido una niña, y muy linda—contestó con una falsa sonrisa—. ¡Y yo te añadí lo de chivata porque siempre le contabas a padre todo lo que hacía!
—¡Mira quién habló! ¡Yo no hubiera tenido que decirle nada a padre si tú no te hubieras metido en peleas desde que eras un canijo!
—¡Alguien tenía que hacerlo! ¡La princesita no podía ni matar a una mosca!
—¡Pero si eras tú siempre el que acababa destrozado! ¡Hasta escupiendo sangre!—se levantó del taburete casi tirándolo al suelo.
—¡Y qué otra me quedaba! ¡Como a ti no podían tocarte, todos los demonios iban a por mí!—fue a levantarse también pero Konome se abrazó más fuerte a su cuello, llamando su atención.
Hageshii, en un instante, se olvidó de lo que estaba pasando y se centró en el pequeño.
—Hagii... no discutas más, por favor...—le pidió lamiendo su mejilla.
—De acuerdo, no te preocupes—le sonrió y se levantó de la silla con él en brazos—. Vamos a la habitación, tengo que hacerte más caso con todo lo que ha pasado.
—¡Oye! ¿Y la comida?—le preguntó Katsuragi, trayendo ya sus platos.
—Dásela a otro, yo tengo algo mejor para comer—contestó sin mirar atrás, subiendo ya las escaleras.
—¿Lo veis? En cuanto ese íncubo le ha llamado la atención, Hageshii se ha olvidado de nosotros—rió el mayor.
—Parece que conoces muy bien a tu hermano. Con lo que nos dijo, yo pensaba que apenas sabríais nada el uno del otro—comentó Katsuragi.
—Cierto, podría ser así, pero la verdad es que la mente de Hageshii es bastante simple. Pelea con todo demonio que le ataque, defiende a los humanos porque le parecen débiles y jamás seguirá órdenes que no le gusten. Aunque al parecer ha cambiado algo desde la última vez, y gracias a ese pequeño. Creo que ahora sería capaz de dar su vida y la de cualquiera por la persona que ama, aunque en el pasado no pudo hacerlo—sus palabras parecían contener una gran admiración hacia su hermano—. Desearía poder ser como él...—susurró sin que apenas le escucharan.


—Dime chiquito ¿Qué te sucede? ¿Uhm? ¿Por qué estás así?—le preguntó el demonio tumbándolo sobre la cama.
—No lo sé, me siento extraño cuando te veo de ese modo con tu hermano. Al principio yo creí que le odiabas pero... después me di cuenta de que le quieres mucho... Te enfureciste mucho porque le estaba dando su sangre al humano... Yo no pensé que hubiera... alguien más que... influyera tanto en ti...—Konome temblaba, encogido sobre sí, con los ojos empapados en lágrimas.
Ambos se quedaron un rato en silencio, Hageshii sonrió enternecido y besó su frente con dulzura.
—Así que en verdad son celos...—se recostó a su lado y le envolvió con sus brazos—. Eres tan lindo...
—¿Celos? Um... No entiendo eso—comenzó a juguetear con unos mechones del rojo cabello.
—Tienes miedo de que otra persona ocupe mi corazón más que tú ¿cierto?—al escuchar aquello, el pequeño se sobresaltó, había dado justo en el clavo.
—Bueno... yo... ta-tal vez... —Konome se quedó en silencio un momento—. No quiero que ames a nadie más que a mí—confesó al fin, escondiendo la cabeza en el pecho del mayor—. Sé que eso es muy egoísta pero yo...
—Konome, mi chiquito, yo solo te amo a ti. Eres el único que ocupa por completo mi corazón—sabía que no estaba bien, pero se sentía muy feliz de que su íncubo estuviera celoso—. Quiero a mi hermano como tal, pero es un sentimiento muy diferente, que no se puede comparar a lo que siento por ti.
Tras unos segundos el pequeño se abalanzó sobre el cuerpo de Hageshii y le dio un profundo beso. Comenzó a lamer su rostro y su cuello, contoneando sus caderas. Se quitó la sudadera y se metió debajo de la camiseta del mayor, lamiendo, besando y mordisqueando su pecho. De pronto el pelirrojo sintió algo húmedo que caía del rostro del íncubo y no era saliva. Se quitó la camiseta y levantó el rostro del pequeño, observando las brillantes lágrimas que caían de él.
—No te preocupes Hagii, no estoy triste, es lo contrario. Estoy muy feliz por lo que me has dicho—sonrió el pelinegro secándose las lágrimas.
Hageshii fue a ponerse encima de él pero el pequeño lo detuvo, indicándole que él sería el dominante en esa ocasión. El pelirrojo se lo permitió y se acomodó en la cama, preparándose para lo que el íncubo le iba a dar. Konome comenzó a descender por su pecho, dejando senderos de saliva a su paso. Hageshii enredaba sus dedos en los sedosos cabellos, acariciando las orejas que reaccionaban a cada toque. Llegó hasta la entrepierna del demonio, que comenzaba a levantarse, y desabrochó hábilmente el cierre del pantalón, bajándolo junto a los calzoncillos. Konome miró con ojos deseosos la creciente erección y, cogiéndola entre sus manos, comenzó a masajearla. Llevó sus labios hasta la punta y le dio un pequeño beso, para después comenzar a lamerla como si de una piruleta se tratara.
—Te ves tan lindo cuando me la chupas. La devoras con ansia como si en verdad la desearas—lo que más le excitaba no era solo la sensación de su lengua y su boca, sino lo hermoso que se veía el pequeño.
—¡Yo deseo la cosa de Hagii! Es lo que más me gusta, sabe muy rico—se lo metió por completo en la boca, acariciándolo con su lengua mientras con las manos masajeaba sus bolas.
—Tan irresistible...—se incorporó un poco y deslizó su mano por su trasero, llegando a su entrada.
—¡Hum!—el íncubo apartó su brazo enredando su cola en él, ya que sus manos estaban ocupadas—. ¡No Hagii! ¡Deja que yo lo haga!—llevó la mano del pelirrojo a su cabeza para que siguiera acariciando sus orejas.

Continuará...

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