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El Demonio Castigado y el Íncubo 1 [cap.1]


Título: El Demonio Castigado y el Íncubo
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Original ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 16 (1 de 16) Primer Libro
Resumen: A un poderoso demonio lo han castigado por un pecado del pasado quitándole sus poderes y prohibiéndole disfrutar. Pero un íncubo, demonio que se alimenta de sexo, es demasiada tentación. Los personajes (salvo el demonio castigado que es original mío) están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) del mangaka Dr. Ten.



     Era el día anterior a que empezaran las clases. Un chico de cabellos cortos, casi negros y lacios, ojos castaños, cuerpo algo debilucho y rostro muy serio, llegaba a los dormitorios de los estudiantes. Nadie se fijaba demasiado en él, era de esas personas que se olvidaban al segundo de verle. Se dirigió con una maleta y una mochila bastante grande hasta una recepción. Preguntó cual era su habitación y le dieron la llave. Entró en la habitación y se encontró con un chico con aspecto mucho más maduro que él a pesar de que le habían dicho que tenía solo un año más. Sus cabellos eran castaños claro, anaranjados y de punta y ojos del mismo color algo rasgados; su cuerpo parecía bastante musculoso y muy bien formado. Estaba sentado sobre la cama apoyando la espalda en el cabecero. Sobre sus piernas había otro chico, pero este era diferente. Parecía un niño de unos 10 o 12 años de cabellos negros con brillos azulados, ojos grandes de igual color que le miraban con una luminosidad e inocencia que nunca habían visto. Estaba vestido tan solo con una sudadera blanca que le quedaba bastante grande dejando al aire su hombro derecho y sus finas piernas. Pero lo extraño de aquel niño eran sus orejas de punta como las de un duende y las otras dos orejas de gato que tenía sobre su cabeza, además de una doble cola del color de sus cabellos que aparecía por debajo de la sudadera.
—Me llamo Kuroichi Hageshii, me han dicho que este es mi cuarto—dijo sin prestarles más atención, dejando su mochila y su maleta como si nada.
Colgó unas ropas en el armario y sacó unos útiles de dibujo sobre su escritorio.
—Yo me llamo Shinohara Takashi y este pequeño es Konome—le dijo el mayor sorprendido por la indiferencia del chico.
Hageshii se sentó en el escritorio y comenzó a dibujar. Konome lo miraba también sorprendido y algo curioso.
— ¿No quieres preguntar nada sobre Konome?—preguntó Takashi extrañado.
—No es necesario—dijo secamente sin volverse.
— ¿Sabes lo que es?—preguntó acariciando al pequeño sobre sus piernas.
—Sí
— ¿Y cómo es eso posible? ¿Qué eres tú?
—Sólo soy humano—contestó sin quitar la vista del papel.
El pequeño pelinegro se levantó y se acercó a él. Observó el dibujo que estaba haciendo moviendo su cola contento.
—Y dime Hageshii ¿te gustaría darle de comer?—preguntó Takashi con tono pervertido.
—No puedo hacer algo así—contestó echando un fugaz vistazo al pequeño.
— ¿Por qué no?, para él es una necesidad. Aunque parezca un niño sigue siendo un íncubo.
—Pero es un niño y por lo que veo no solo en aspecto sino también en su mente.
—Sí, en su mente es aún más pequeño, de unos dos o tres años. ¿Pero eso qué importa? Para él es algo natural y necesario.
—No puedo acostarme con un niño, aunque sea un íncubo, mi conciencia no me lo permite.
— ¿Conciencia? ya veo—Takashi se rió y se acomodó en la cama—. ¿Y cómo es que sabes lo que es Konome?, lo has notado en cuanto le has visto. Eso no lo puede hacer un humano.
—No es de tu incumbencia, además te puedo preguntar lo mismo. Por lo visto tú eres su comida diaria así que deberías estar muerto si fueras humano.
—Cierto, pero resulta que no soy un humanos corriente. Soy un exorcista—al escuchar aquello la mano con la que dibujaba Hageshii se paró durante un instante para después continuar como si nada—. Yo ya te he respondido, ahora te toca a ti.
—Repito que no es de tu incumbencia. Mierda, esto no queda así, ya estamos otra vez—masculló Hageshii arrugando la hoja de papel sobre la que escribía, tirándola hacia atrás y cogiendo otra.
Konome se precipitó al suelo a por aquella hoja y la alisó observándola con curiosidad. Comenzó a sonar un teléfono. Hageshii rápidamente hurgó en su maleta hasta que sacó en móvil.
— ¿Diga?—contestó el moreno—. Amm, hola ¿Qué quieres? Sí, solo me faltan dos páginas. Está bien, pero no te des mucha prisa, estoy algo atascado. Bien, estoy en la habitación 39 de los dormitorios de mi nuevo instituto, nos vemos—Hageshii colgó y dejó el móvil a un lado volviendo a su dibujo.
— ¿Qué es lo que haces?—le preguntó Takashi.
—No es de tu incumbencia—contestó sin mirarle.
— ¿Siempre vas a responderme lo mismo?
—Si no es de tu incumbencia sí.
Takashi suspiró y se acomodó de nuevo en la cama. Al poco rato Konome se sentó sobre él y le enseñó el dibujo que había sido coloreado por el pequeño.
—Que bien pintas nene—le dijo acariciando su trasero—. Y tú que bien dibujas.
Hageshii no contestó. El íncubo cogió de nuevo el dibujo y se acercó al moreno con él. Hageshii se giró a mirarlo y después observó un momento al pequeño.
— ¿Te gusta?—preguntó el pelinegro.
—Sí, pintas muy bien—le dijo acariciando su cabeza como si fuera un gato.
Alisó más el papel sobre la mesa, sacó chinchetas de su mochila y colgó el dibujo en la pared. El exorcista le miró sorprendido al igual que el pequeño. Konome se acercó a él y estiró los brazos hacia su pecho.
—Comida—dijo con ojos brillantes.
—Amm... Lo siento pequeño pero no puedo ser tu comida—Konome se entristeció y le miró suplicante—. Por favor no me mires así, eres demasiado lindo. No puedo hacerlo contigo.
Le apartó de si y se volvió a sentar. Después de entintar el dibujo (tras haberlo desechado otras dos veces) Hageshii lo colocó sobre la cama y empezó con otro. Al acabarlo salió de la habitación y regresó con un bote de zumo frío y se lo puso en la muñeca derecha sentándose sobre la cama.
— ¿Tan solo llevas una hora dibujando y ya te duele tanto la mano?—le preguntó Takashi.
—Es que hago demasiada tensión. La mano acaba doliéndome mucho y a veces se me inflama—respondió bebiendo el zumo.
Konome se subió a la cama y se acercó de nuevo al muchacho a gatas. Hageshii le extendió la lata de refresco y el pequeño bebió un largo sorbo.
—Esa es la única comida que yo puedo darte—le dijo acariciando sus orejas de gato.
Llamaron a la puerta y Hageshii se apresuró a abrir. Un hombre bajito y medio calvo con gafas de culo de botella y barriga cervecera entró en la habitación observando con curiosidad. Se extrañó al ver al pequeño pero Hageshii desvió su atención poniéndose frente a él.
— ¿Ya lo tienes?
—Sí, sí—Hageshii sacó un sobre y metió en él las dos hojas que había dibujado junto con otras más.
—La próxima vez atente a los plazos de entrega.
—No me des la lata, lo entregaré cuando termine. No es mi culpa si la inspiración no quiere venir—lo echó fuera de la habitación y se tumbó sobre la cama resoplando.
— ¿Así que eres un mangaka? ¿A tu edad? es sorprendente.
—Déjame tranquilo.

Después de la cena Takashi regresó rápidamente a la habitación donde le esperaba Konome ansioso.
—Comida, comida—decía el pequeño saltando a su alrededor.
—Sí, sí, ya va—el exorcista se quitó la camisa y cogiendo al íncubo en brazos lo tumbó sobre la cama—. ¿Qué se dice antes de comer?
—Umm... bon apèttit—contestó el íncubo sonriente.
Le arrebató un intenso beso al que el pequeño se entregó gustoso. Exploró la pequeña cavidad mientras subía las manos por sus caderas hasta sus pezones, pellizcándolos y poniéndolos duros enseguida. Konome se estremeció y arqueó la espalda al sentir la lengua del mayor bajar por su cuello. Takashi se deshizo de la molesta sudadera del íncubo y siguió lamiendo aquel pequeño cuerpo mientras el pelinegro gemía y se retorcía. La puerta de la habitación se abrió y Hageshii entró quedándose paralizado al ver aquella caliente escena. Volvió a salir sin decir nada cerrando la puerta tras de si. Takashi se quedó mirando un instante la puerta para después seguir con lo que tenía entre manos mientras Hageshii se iba a dar una vuelta. Volvió a besar aquel cuello y aquel pálido pecho del íncubo. Siguió hacia el sur y llegó al miembro ya erecto del pequeño.
—Je, sí que estás excitado hoy ¿o es porque Hageshii nos ha visto? no importa, hasta que regrese vamos a divertirnos mucho.
Lamió el miembro que enseguida se humedeció con el presemen y también humedeció su entrada para dilatarla poco a poco con sus dedos.
—No importa cuanto te folle una noche, a la siguiente vuelves a estar tan estrecho como si fueses un virgen—decía el mayor comenzando a penetrar al pelinegro.
— ¡Ah! ¡Nnn!—Konome gemía y se sacudía con las envestidas del mayor.
Su rostro se sonrojó y cerró fuertemente los ojos. Se agarró las sabanas sintiéndose llenar por aquel gran miembro que lo penetraba sin piedad. Takashi lo sentó sobre si y siguió envistiéndole. Konome tenía las cuatro orejas de punta y sus dos colas se agitaban enloquecidas.
Cuando Hageshii regresó a la habitación los dos jóvenes ya habían acabado con su diversión. Estaban tumbados en la cama cubiertos por las sábanas, Konome dormía sobre el pecho desnudo de Takashi y este observó a Hageshii sonriente.
— ¿Te gustó lo que viste?—le preguntó destapando el cuerpo desnudo del pelinegro.
—Se va a resfriar—le dijo lanzándole a la cara la sudadera del pequeño.

Continuará...

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