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Sexo, Muerte, Rock 2 c2







Título: Sexo, Muerte, Rock 2
Categoría: Original
Serie: Sexo, Muerte, Rock
Género: Yaoi
Clasificación: +18 años
Advertencia: Lemon, Muerte de un personaje
Capítulo: 2 de 8 Finalizado: No
Resumen: Sexo Muerte y Rock, las tres palabras que más le gustan al protagonista de esta historia.
2ª historia. Desobediencia y Fallos.
Argón viaja a una nueva ciudad junto a Ryou. Su jefe está realmente enfadado por esa estupided y como castigo le manda un nuevo trabajo además de que deberá deshacerse del joven.

Ryou despertó en brazos del pelinegro, le miró sonriente y se quedó acurrucado escuchando los suaves latidos de su corazón. Le resultaba tan agradable aquel sonido, tan tranquilizador. Deseaba poder olvidar lo que le había sucedido para estar aun más cerca de él, poder escuchar el impasible corazón de su amado desbocado, agitado por la pasión. Se sonrojaba solo de pensar aquello.
—Um… ¿has despertado antes que yo?—le preguntó el pelinegro acariciando sus rizos.
—Sip, hace un minuto tan solo—dijo dándole un pequeño beso en la mejilla.
—Vamos, preparémonos—el mayor se levantó de la cama.
— ¿Irnos? ¿A dónde? Creí que nos quedaríamos aquí un tiempo—dijo el pequeño entristecido.
—No es bueno estar en un pueblo pequeño, si nos buscan es fácil que nos encuentren aquí—no era la verdadera razón pero tampoco una mentira.
—Oh… está bien…—accedió sabiendo que las decisiones de Argón eran las mejores y debía seguirle.
Salieron de la posada y tomaron un rápido desayuno en un bar. Volvieron a montar en la moto y emprendieron camino a la ciudad que le había indicado R. aquella mañana hacía mucho frío, volvía a soplar fuerte el aire. El pequeño se refugiaba a la espalda del pelinegro y este extendía todo lo que podía su cuerpo para sentir más aquel viento que le hacía creer volar.
Al mediodía ya habían llegado a la ciudad. No era demasiado grande, tranquila, por suerte sin excesivos rascacielos. Al contrario que en el pueblo, allí los niños no andaban por la calles jugando con la nieve, como mucho estaban en algún parque. Las aceras ya estaban prácticamente limpias de nueve y a pesar de ser domingo no se veía apenas gente en la calle, probablemente debido al frío. Argón se dirigió a la pensión que le había indicado R. Pidieron una habitación a la recepcionista y cuando el rubio hubo subido con algo del escaso equipaje mientras Argón rellenaba un formulario y pagaba por adelantado, la mujer de voluminosas formas le entregó un pequeño paquete como el que solía recibir siempre de su jefe.
—Oye angelito, tengo que llamar a mi tutor y hablar algunas cosas ¿podrías salir a comprar algo para comer?—le pidió al entrar en la habitación.
—Claro, vuelvo enseguida—contestó con una sonrisa.
Cuando el pelinegro se quedó solo en la habitación encendió el portátil e introdujo la tarjeta que le había llegado en el paquete. En esta ocasión no aparecía el mensaje de voz que solía enviar. Lo primero que abrió fue el archivo con las instrucciones.
“Reúnete con el chico del que te adjunto los datos en el local donde trabaja. Debes ayudarle a matar a su padrastro y enseñarle todo lo que necesita saber para ser mi trabajador. Él ya sabe de esto, está esperando así que date prisa. Tendrás que llevártelo contigo de viaje cuando acabes con su padrastro hasta que haya aprendido. Y antes de eso deshazte de ese mocoso que te acompaña o lo estropearás todo. Recuerda que si no acatas mis ordenes tendré que enviar a un limpiador a encargarse de ti.”
Tras leer eso abrió el documento que contenía los datos. Apareció la imagen de un chico joven, de ojos grises casi blancos muy grandes y cabellos rubios pajizos que caían largos y lacios enmarcando su rostro algo afeminado con una visible cicatriz sobre la mejilla derecha sin la cual su belleza habría sido mucho mayor. Debajo de él aparecía su nombre: Blake Santorini, y seguidamente su fecha de nacimiento (tenía la misma edad que el pelinegro), su altura, su peso y algún que otro dato sin importancia. Al final una breve descripción de lo que había sido hasta entonces su vida. Su padre había muerto cuando apenas tenía 5 años en un accidente de coche. Su madre se había vuelto a casar cuatro años después con el actual padrastro del joven y había muerto dos años atrás en un “accidente” probablemente provocado por su marido, pero debido a la falta de pruebas no se le había procesado. Ahora vivía con él y según había contado el chico, le maltrataba y violaba cada vez que podía. Era un vago que obligó al chico a trabajar en cuanto tuvo edad para no tener que hacerlo él.
A continuación también aparecía la ficha del padrastro, un hombre de 43 años, calvo y de ojos castaños, con una cara muy demacrada para su edad, también decía que era alcohólico y que había tenido otra esposa y una compañera antes que la madre del joven, de una de ellas no se sabía nada, la otra había muerto también en un “accidente”.
Tras leer todos los datos que aparecían, Argón guardó el portátil y se quedó pensativo, aquel no sería un trabajo muy complicado de no ser por la presencia de Ryou. Pero, como ya le había ordenado R, debía matarle para no cometer ningún error o sería fatal para él.

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—Oye mocoso ¿no es hora de que vayas a trabajar?—dijo un hombre mayor que estaba tumbado en un sillón viendo la tele con una cerveza en la mano.
—Sí, sí, ahora voy, maldito viejo—masculló el rubio al que hablaba poniéndose el abrigo.
—Niñato no te atrevas a insultarme—le dijo el hombre con voz de cabreado pero sin molestarse en levantar el culo del sillón.
—Sí, sí—sin escucharle más el joven salió de la casa.
Sentía mucho frío en la calle, su viejo abrigo apenas le protegía y aquel hombre le quitaba todo el dinero del sueldo y las pocas propinas que conseguía no le llegaban para comprarse un abrigo nuevo. Caminaba hacia su trabajo con la vista fija en el suelo y con las manos metidas en los bolsillos sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor. Un joven chocó contra él dejando caer las bolsas que llevaba.
—Wa! Lo siento mucho, iba distraído—le dijo un joven de rizos dorados y ojos aqua.
—Tranquilo, no pasa nada—le contestó ayudándole a recoger la comida que llevaba en las bolsas.
—Muchas gracias, de verdad lo siento—le dedicó una brillante sonrisa y se marchó en dirección contraria a la que él iba.
El joven siguió caminando del mismo modo que antes, abstrayéndose del mundo.

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Mientras Argón seguía pensando en el trabajo de tenía, el rubio regresó a la habitación.
— ¿Qué te ha dicho tu tutor? ¿Está todo bien?—preguntó dejando unas bolsas con comida en la mesa.
—Sí, no hay ningún problema, él hablará con tus padres y se lo explicará todo, por el momento puedes quedarte conmigo hasta ver qué pasa. No te preocupes por nada—le dijo abrazándolo, dándole un pequeño beso en los labios.
—Yo… quiero quedarme contigo para siempre. Me moriría si estuviera lejos de ti—correspondió al abrazo, descansando la cabeza en el pecho del mayor.
—“Es una verdadera pena matar a alguien como tú”—pensó Argón acariciando los rizados cabellos.

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