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Artista de palacio c3


Título: Artista de palacio
Categoría: Original
Género: Hetero-Yuri
Clasificación: no -18 años
Advertencia: Lemon, Violación, Tortura
Capítulo: 3 de 6 Finalizado: No
Resumen: Hace unos años yo era la artista de palacio en un gran reino. Una tarde la princesa salió a pasear por los jardines, era la mujer más hermosa que jamás había visto. Había tenido cientos de pretendientes pero al final eligió a mi Príncipe, mi Señor Cal Imparat. Nadie se puede imaginar cuanto la odié y la amé a la vez. Mi Príncipe había sido mi salvador hacía tiempo atrás, apenas tenía yo trece años.

Cuando entré en el cuarto mi príncipe estaba esperándome solo. Yo me quedé algo extrañada y él lo notó.
—A mi esposa no le molesta lo que hay entre nosotros, pero prefiere no estar aquí.
— ¿Entonces podemos…?—no logré acabar la frase, estaba algo confusa porque aquello contradecía lo que me había dicho la princesa, pero también estaba muy feliz porque no tendría que separarme de mi príncipe.
Se acercó a mí, me cogió el rostro por la barbilla y me acarició los labios con la yema del pulgar.
—Sé que tenías miedo—me susurró—pero te aseguro que aunque hubiese dicho que no tú estarías aquí igualmente—me besó tiernamente y yo bebí de ese largo beso como si fuese en último.
Después me desnudó acariciándome suavemente, se sentó en la cama y me puso frente a él. Me observó con una pequeña sonrisa en su rostro y se relamió los labios.
—Me gusta saber que tengo tu cuerpo solo para mí—me dijo, yo intentaba no cubrirme, dejar que él me mirase, aunque era muy difícil— ¿Has estado con otro hombre?
Él ya sabía la respuesta, sabía que yo solo era para él pero quería oírlo de mí.
—No mi señor—le contesté algo tímida—solo he estado con vos mi príncipe, soy solo suya hasta que lo decida.
Él sonrió, recorrió mi torso con sus dedos haciéndome temblar.
—Me gusta mucho que me llames mi señor o mi príncipe, pero no es necesario que me trates de vos.
—Sí, mi príncipe.
Me acercó más a él cogiéndome por las caderas, me dio un intenso beso encima de mi sexo, eso me hizo soltar un suave gemido. Después me tumbó en la cama sin dejar que mi sexo tocase las sábanas. Me abrió las pierna haciendo que nada rozase lo más mínimo mi sexo.
—No quiero que cierres las piernas—me susurró al oído.
Comenzó a acariciarme los muslos por dentro sin llegar a tocar mi sexo. Me besó intensamente los labios, el cuello, los pechos… Me estaba excitando muchísimo, mi sexo estaba palpitándome muy húmedo y yo no podía hacer nada para calmarlo. Eso era lo que él deseaba, excitarme, hacerme saber que me dominaba y dominaba mis deseos y satisfacciones. Yo estaba temblando, no podía más, pero al fin él dejó de besarme y me miró a los ojos.
—Deseas que lo haga ¿verdad?—yo estaba jadeando y me daba vergüenza mirarle a los ojos pero no quería disgustarle así que no desvié la mirada.
—Sí, mi señor, lo deseo—le contesté en un susurro.
Él deslizó su mano hasta cerca de mi sexo.
—No debería hacerlo, tendría que enseñarte a dominar tus deseos y necesidades como me han aconsejado, pero yo también quiero que disfrutes y esto es para que sepas que muchos otros te harían sufrir mucho—deslizó su mano al fin hasta mi sexo.
Lo acarició suavemente y eso supuso un gran alivio para mí. Metió sus dedos dentro y lo acarició hasta satisfacer mi gran necesidad. Él se quedó observándome pensativo mientras yo me calmaba. Me di cuenta de que una sombra de tristeza y duda cubría su rostro.
—Mi príncipe, ¿puedo…preguntarle, perdón, preguntarte qué te ocurre?
Él lo pensó unos segundos en los que me miró muy intensamente.
—Te lo confesaré. No quiero que al no poder prestarte tanta atención ahora por estar casado tengas el deseo de irte con otro hombre. Te deseo y quiero que sigas acudiendo a mi habitación ansiosa siempre que te llame, que sigas siendo solo mía.
Me quedé asombrada por sus palabras, sabía que me deseaba, pero no hasta ese punto. Alcé la cabeza y me atreví a darle un beso.
—Mi príncipe, no quiero ir con otro hombre, vendré a esta habitación siempre que me llames, quiero ser solo tuya para siempre mi señor.
Él sonrió y me besó. Hicimos el amor varias veces aquella noche. Fue dulce pero muy apasionado, me hizo sentir amada y más deseada que nunca. Cuando desperté por la mañana él me observaba y me acariciaba suavemente. Nos quedamos mirándonos sin decir nada, sus ojos me absorbían y me desnudaban por dentro. Me quedé sin aliento, me encantaba aquella mirada verde que me recordaba los oscuros bosques de mi aldea. Pero de pronto entró en la habitación ella, la princesa, e interrumpió aquel maravilloso momento.
—Lo siento, creí que ya te habrías ido. Volveré más tarde.
—No, no es necesario mi señora. Yo me retiro ya.
Mi príncipe no dijo nada pero me cogió por la cintura y me dio un intenso beso. Después de vestirme salí de la habitación con una inclinación ante ambos. Por la tarde la princesa fue a mi cuarto. Entró muy seria y parecía enfadada, aunque eso no alteraba la hermosura de su rostro.
—Anoche fuiste al cuarto de mi esposo y yo te dije claramente que no lo hicieras.
—Pero mi señora, el príncipe me llamó.
—Eso me da igual, no debiste acudir. El príncipe es solo mío, no vuelvas a su cuarto, es una orden.
No lo soporté más.
—Lo siento princesa, pero yo solo obedezco órdenes del príncipe. Usted no puede prohibirme que vaya a su cuarto siempre que él me lo pida—intenté controlar mi tono de voz para no ofenderla más aun, pero me era muy difícil.
—Entonces haré que no te llame más—me dijo con un tono muy oscuro que me dio miedo.
Pasaron nueve noches sin que el príncipe me llamara. Llegué a creer que la princesa había cumplido su amenaza. Pero al fin una noche el príncipe me llamó. Acudí deseosa, llevaba diez días sin hacerlo y no quería satisfacerme yo misma por si él se daba cuenta y se enfadaba. Me esperaba serio observando por la ventana.
—Acércate—me dijo sin mirarme.
Me puse junto a él algo separada pero me cogió en seguida por la cintura y me atrajo hacia si. Me apretó contra su torso como la noche en que me salvó en el bosque. Sentí sus músculos y su sexo contra mi espalda. Sus brazos rodearon mi cintura y una de sus manos apresó mi pecho derecho y jugó con él. Yo apoyé la cabeza contra su hombro y dejé que jugase conmigo. Sus manos se movían por mi cuerpo, sobretodo por los pechos y mi sexo, aquello me excitaba mucho, y a él también porque podía sentir como su sexo se endurecía y apretaba cada vez más mi trasero.
—La princesa no quiere que vuelva a verte—entonces me puse tensa y me asusté mucho pero él me apretó aun más contra su cuerpo para calmarme—no te preocupes, no me importa lo que ella diga. Seguirás viniendo aquí todas las noches que yo desee.
Aquellas palabras me hicieron muy feliz, quería decir que me quería más que a ella y aquello, aparte de gustarme, me extrañaba ya que la princesa era de un nivel muy superior al mío y no pude contener mi curiosidad.
— ¿Por qué mi señor?
— ¿Qué quieres decir?
—La princesa es muy superior a mí, es más hermosa, más inteligente y es una princesa, la futura reina.
—Entiendo, y tú solo eres una aldeana, nada comparada con ella ¿es eso lo que crees?—yo no contesté pero era evidente. El príncipe me dio un beso en la oreja y sonrió—Es cierto, ella es una princesa muy hermosa e inteligente pero ella no siente lo mismo que sientes tú por mí. Tú me amas, harías todo lo que yo te dijera, sea lo que sea ¿verdad? Quieres complacerme y disfrutas con ello. Además tú eres mía, solo mía desde la noche del bosque y quiero que siga siendo así—entonces me cogió de la cintura levantándome del suelo y me llevó junto a la cama—demuéstrame que no me equivoco, que disfrutas complaciéndome.
Sabía lo que quería y no dudé en hacerlo. Primero me puse de rodillas, sabía que aquello le gustaba mucho. Besé su sexo, lo lamí y me lo metí en la boca, lo acaricié con la lengua y los labios hasta que se corrió en mi boca. Después dejé que él me besase y jugase con mi cuerpo hasta que su miembro volvió a estar erecto. Entonces me puse sobre él y me penetró. Fue fantástico para ambos. Yo le satisfice como él quería y me sentí muy bien por ello.
—Lo has hecho muy bien—me dijo antes de dormirse abrazándome.

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