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Sexo, Muerte, Rock c9







Título: Sexo, Muerte, Rock
Categoría: Original
Género: Yaoi
Clasificación: +14 años
Advertencia: Lemon, Incesto, Violación
Capítulo: 9 de 14 Finalizado: No
Resumen: Sexo Muerte y Rock, las tres palabras que más le gustan al protagonista de esta historia
Un misterioso guitarrista llega a una nueva ciudad. Allí comienza a tocar en un bar de mala muerte donde se encuentra con joven muy inocente por el que empieza a sentir interes. Su jefe le manda hacer un trabajito especial que le dará problemas.

—Sora, yo no pensé que fuera a ser tan malo saltarme la última clase—dijo el rubio sentado sobre su cama.

— ¿Por qué lo hiciste?—el moreno se sentó tras él y lo abrazó besando dulcemente su mejilla.

—Argón me dijo que quería hablar conmigo—contestó recostando la cabeza sobre su pecho.

— ¿Y de qué hablasteis?—preguntó intentado parecer tranquilo.

—No de mucho, le enseñé mis dibujos y me dijo que le gustaban.

— ¿Tus dibujos?—aquello le enfureció, quería que los dibujos de su rubio fueran solo para él— ¿y-y de que más?—se estaba cabreando con aquel maldito guitarrista pero debía mantener la calma ante el pequeño.

—De nada más—contestó, no podía decirle las palabras tan dulces y extrañas que le había dicho.

— ¿Y entonces que hicisteis?—el ojimamba ya se estaba imaginando lo peor.

—Na-nada, solo paseamos y estuvimos en un parque—odiaba engañar a su hermano y le dolía mucho pero no podía hacer otra cosa.

Sora lo tumbó sobre la cama y se puso sobre él. Con una mano sujetó las del rubio sobre su cabeza y con la otra acarició su rostro suavemente.

—No quiero que ese tipo te haga daño. No me parece de fiar—le dio un beso en la mejilla y otro un poco más abajo—Ryou, tú eres muy inocente y fácil de herir, no quiero que se aproveché de ti—le dio otro par de besos en el cuello ante la tierna sonrisa del rubio.

—Yo no creo que sea malo. Puede que lo aparente, pero creo que es solo porque es músico de rock y bueno, no puede parecer dulce.

—Es posible, pero ten cuidado de todas formas, por favor.

—Está bien—el ojiaqua le dio un beso en la mejilla y se abrazaron tiernamente como dos buenos hermanos.

~~~~~~~~~~~SEXO~~~MUERTE~~~ROCK~~~~~~~~~~~~

— ¿Qué tal la vuelta al instituto?—en la pantalla del portátil había aparecido aquel símbolo con la R que tantas veces había visto el pelinegro.

—Me ha puesto nostálgico, tantos recuerdos…—sarcástico y algo divertido contestaba a la voz distorsionada.

—Jajajajaja ¿si no te gusta por qué me lo has pedido?

— ¿Quién ha dicho que no me gusta? La última hora ha sido muy… interesante.

—No imagino qué puede ser interesante para ti en un instituto pero me alegro. Y ahora hablando de cosas serias. ¿Cuánto crees que tardarás en completar el trabajo?

— ¿Ya me estás metiendo prisa?—no soportaba que lo presionara.

—No es eso pero sabes que soy muy impaciente.

—Ya, ya. El trabajo va bien, progresando, pero no sé cuando lo tendré.

—He pensado en mandarte un apoyo.

—No es necesario, puedo yo solo—odiaba que se entrometieran en su trabajo como si él fuera inútil.

—Lo sé, pero con ayuda lo harás más rápido.

—¡¡R!!

—Mis decisiones no se discuten, ya lo sabes.

El símbolo de la pantalla desapareció y el pelinegro golpeó la mesa haciendo temblar los objetos que había en ella.

—Maldito R, bastardo hijo de perra ¿a quién demonios enviará? Sea quien sea no hará más que estorbar. Y si se atreve a tocar a mi ángel lo mataré diga lo que diga R después.

Toc toc toc

— ¿Quién será?—el único que sabía su dirección actual era R, nadie más lo sabía.

Cogió su pistola y se la guardó a la espalda. Abrió la puerta con desconfianza preparado para cualquier cosa excepto para lo que resultó ser.

— ¡¿Qué cojones haces tú aquí?!—un grito intentaba salir de su garganta pero no podía.

Retrocedió torpemente e intentó coger la pistola pero la alta figura se abalanzó sobre él, tiró la pistola al otro lado de la habitación y lo tumbó sobre la cama agarrándole ambas manos.

—Yo también me alegro de volver a verte cachorrito.

Mantenía su rostro con una gran sonrisa malévola a apenas un par de centímetros del de Argón, quien tenía una expresión mezcla indefinida de odio, furia y algo de miedo. Aquel asaltante le era demasiado familiar. Aquellos cabellos largos hasta más abajo de la cintura, de un rubio platino más bien plateado que nunca había sabido si era natural o aclarado, sedosos y con un olor frutal que embriagaba los sentidos. Aquella piel tan suave y luminosa, ante ella costaba muchísimo reprimir el deseo de tocarla. Aquellos ojos tan brillantes de un color miel dorado que penetraban en lo mas profundo y te enganchaban a ellos, parecían pertenecer a un pobre niño inocente que nunca había roto un plato, cosa que el pelinegro sabía falsa. Y aquel cuerpo tan perfecto, tan caliente, con formas tan bien definidas que podía sentir a través de la fina ropa, un cuerpo que nunca había podido olvidar.

— ¿Qué demonios haces aquí?—dijo intentando apartar todo lo posible el rostro intentando liberarse.

—Te echaba de menos.

— ¡No me jodas!—sus cuerpos estaban pegados, lo que le hacía sentirse muy incomodo y recordar cosas que no quería.

—Órdenes directas del jefe. Pero es verdad que te echaba de menos.

Acercó los labios al cuello del pelinegro quien de la furia consiguió ponerse encima y apartarse de un salto.

—A ese hijo de puta se le ocurre enviar al peor—masculló encendiendo el ordenador.

—Vaya ¿no me digas que no te agrada verme? Podremos divertirnos otra vez—se puso tras él y acarició sus pectorales soplándole en la nuca.

— ¡Aparta! No quiero tener nada contigo—se sentó en la silla frente a la pantalla del portátil.

— ¿Qué sucede de nuevo Alfa? Ya te dije que-

— ¿Por qué coño me has mandado a esto?

—Ah! Veo que ya has llegado Gamma

—Por supuesto jefe, me puse en marcha en cuanto me lo dijo—el peliplateado sonreía ampliamente.

— ¿Por qué coño él?, va a joderme la misión—su furia era palpable—No es más que un… un… ¡ni siquiera sé como llamarlo!

— ¿Dios del amor, la divinidad más hermosa?—dijo teatralmente el peliplateado.

— ¡Bastardo egocéntrico, narcisista, histriónico con complejo de diva, proyecto fallido de hombre!

—Te has olvidado de tu mejor polvo—le abrazó por detrás rozando con los labios el lóbulo de su oreja.

—De eso no estaría tan seguro—lo apartó bruscamente y el cayó sobre la cama con exagerado melodrama.

—Ah! Me has roto el corazón y me has sacado las tripas ¿Cómo puedes ser tan cruel con alguien que te ama tanto?

—Jejeje, veo que os lo pasáis bien, en ese caso Alfa, ponle al tanto de los planes e infórmale de los detalles—dijo R antes de que se cotara la conexión.

— ¡No! ¡R no puedes hacerme esto!—se levantó de un salto de la silla. El pelinegro estaba evidentemente desesperado.

—Me temo que ya no te escucha—el ojimiel se puso tras él y le acorraló contra la mesa. El pelinegro se dio la vuelta y se encontró directamente con aquel rostro brillante—y eso de que no he sido tu mejor polvo lo podemos arreglar ahora mismo.

—No te atrevas a ponerme un dedo encima—su voz era temblorosa como pocas veces.

—Te voy a poner algo más—lo agarró por la cintura y el trasero fuertemente juntando sus cuerpos.

Lo besó y en cuanto pudo metió la lengua en su boca para explorarla sintiendo como el pelinegro se comenzaba a derretir ante sus intensas caricias y su lengua experta. Seguía intentando apartarle pero cada vez más débilmente. Se retiró entonces él y miró sus ojos. Aquel suave tizne rojizo se había vuelto más intenso y aumentaba por momentos.

—Vaya, vaya. Por mucho que digas sigues siendo el mismo cachorrillo de siempre—sonreía satisfecho.

El pelinegro desvío la mirada sin poder evitar algo de sonrojo en sus mejillas. No soportaba a aquel hombre, nunca había entendido como era tan soberbio ante él, que acongojaba a cualquiera con solo una mirada. Aquellos ojos tan brillantes y hermosos, como si nunca hubiera hecho nada malo, eran algo que lo sobrepasaba. Se sentía tan mal junto a él extrañamente tan lejos del mundo, la versión negativa de tocar su guitarra.

El peliplateado lo llevó hasta la cama y lo tumbó comenzando a besar su cuello. Cuanto deseaba a aquel cachorrillo extraviado que sin darse cuenta le entregaba todo y le negaba lo único que deseaba. Deseaba ser su dueño, poseerle no solo en cuerpo sino también en alma, pero parecía algo imposible, ese cachorrillo siempre se le escapaba. El único humano capaz de no enamorarse de él. Pero al menos tenía el consuelo de poder poseer su cuerpo cuando le apetecía. Besó aquel cuello, lamiéndolo y mordiéndolo en los puntos exactos donde se hallaban las zonas más sensibles de Argón, aquellos que tan bien concia. Le quitó el jersey y jugó con los pezones endureciéndolos disfrutando de los gemidos del pelinegro. Mientras una mano se entretenía pellizcando el otro pezón, la otra bajaba acariciando hasta la entrepierna donde algo comenzaba a despertarse.

— ¡Vaya! Hoy vamos a divertirnos mucho angelito—dijo sonriente Gin.

“Angelito” al escuchar esa palabra una imagen apareció en la mente del pelinegro. Aquel chiquillo de rizos dorados, aquel ángel al que deseaba quitar la inocencia, al que necesitaba hacer suyo. No podía hacerlo, no podía tener sexo con Gin, aquella era una distracción que no podía tolerar en esos momentos. Agarró al ojimiel por los cabellos, quien se dirigía ya a su entrepierna desabrochando el pantalón y lo tiró al otro lado de la habitación bien lejos de él.

— ¡¿Pero qué cojones te ocurre?!—el peliplateado era muy paciente sobretodo con su cachorrito pero no le gustaba que le dejaran a la mitad.

—No vuelvas a tocarme, no te acerques a mí. Acabaremos la misión lo más lejos posible el uno del otro y solo y exclusivamente habrá trabajo entre nosotros y nada más—su voz era suave y casi de ultratumba y sus ojos seguían, tal vez aun más rojos pero esta vez eran de furia.

— ¿Por qué? No lo entiendo. Sigues disfrutando con mis besos. ¿Por qué haces esto?—el peliplateado parecía realmente dolido.

—Eso no te importa, simplemente haz lo que te digo y ya—zanjó el pelinegro, abrochándose los pantalones y poniéndose el jersey.

Salió de la habitación dejando al peliplateado solo.

—Me ha rechazado… es la primera vez que me rechaza… ¿Por qué?... no, mejor dicho por quien…tiene que haber sido por otra persona…

Su rostro parecía el de un perturbado en medio de una alucinación, sus ojos muy abiertos y una mueca rota. Y como si nada, sin que su aspecto cambiara lo más mínimo, golpeó con el puño un cuadro que tenía justo al lado, reventando el cristal que cayó hecho añicos al suelo junto con su sangre.

~~~~~~~~~~~SEXO~~~MUERTE~~~ROCK~~~~~~~~~~~~

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